La producción y el transporte de alimentos son un factor muy
importante en la huella de carbono y las emisiones de un país. En muchos casos,
las empresas alimenticias buscan ahorrar costes, produciendo alimentos en
países con baja mano de obra, y con un clima que permita la venta de productos
(fruta y verdura) fuera de temporada. Esto puede crear una huella de carbono
mucho mayor que en productos producidos nacional o localmente.
Los supermercados están repletos de ‘alimentos
kilométricos’, la mayoría de los cuales recorren más de 5000km de media antes
de llegar a nuestros platos, creando así una total desconexión con el origen de
los alimentos, y por lo tanto su calidad y su efecto sobre el medio ambiente.
Los alimentos consumidos en España emiten al año casi 5 millones de toneladas
de CO2, contribuyendo así al cambio climático.
En el Reino Unido, el movimiento a favor de la comida
local y los food miles está bastante
desarrollado (página web 'Food Miles'). La concienciación ambiental de algunas empresas les ha llevado a
promover iniciativas de producción de alimentos de manera local, evitando,
cuando sea posible, transporte desde otros continentes. Muchos alimentos utilizan
etiquetas de huella de carbono que indican las emisiones de CO2 asociadas
al producto, permitiendo al consumidor realizar decisiones de compra en función
del impacto ambiental. En España, este tipo de iniciativas se ven más rezagadas
posiblemente por una falta de concienciación del consumidor y/o una falta de
iniciativa y empuje del mercado.
Existen otro movimientos en Europa que promueven el
consumo loca, como es el movimiento ‘slow food’, nacido en Italia en 1986 y
ahora presente en más de 50 países, que fomenta el consumo de productos
sostenibles y de buena calidad (http://ingenieriaruralymedioambiente.blogspot.com.es/).
Aunque es importante conocer la importancia de reducir la
huella de carbono de nuestros alimentos, no se puede medir el impacto ambiental
tomando los kilómetros recorridos como único parámetro. El método del análisis
del ciclo de vida sigue siendo el más fiable para calcular la huella de carbono
de un producto, sea un alimento o no.
La insostenibilidad de nuestro sistema alimenticio, como
ocurre con la mayoría de los problemas ambientales, tiene difícil solución, y la
distancia que viaja nuestros alimentos es solo uno de los muchos factores a
considerar. Aunque debemos seguir fomentando el consumo de productos locales,
no podemos olvidar que el transporte es solo una parte del proceso de
producción, siendo importantes también el empaquetado, el método de producción,
los fertilizantes, etc.
Además, debemos tener en cuanta la estacionalidad y las
características climáticas. El deseo por desayunar zumo de naranjo todas las
mañanas del año hace que sólo podamos consumir naranjas nacionales durante los
meses de invierno. El
resto del año, los supermercados venden naranjas procedentes de países como
Argentina.
Naranja Valenciana, origen: Argentina
En algunos casos, producir productos exóticos de manera
local, con un clima no adecuado, puede generar una huella de carbono mayor que
si son producidos en el país de origen y transportados hasta nosotros. Este es el
caso del azúcar o el café, cuya plantación en Europa requiere gastos
energéticos mayores que en los países de origen. Aunque no sea la solución a
todos los problemas, la familiarización con el concepto food miles es importante, y podría ayudar a la sensibilización y
concienciación de los consumidores, utilizando métodos como las etiquetas de
huella de carbono, ya establecidas en países como Reino Unido.
Existen además herramientas básicas de cálculo online, en
páginas como ‘Organic Clinker’ (http://www.organiclinker.com/food-miles.cfm) y
la española ‘Cero CO2’ (http://www.ceroco2.org) que
te permiten conocer los kilogramos de CO2e emitidos como
consecuencia del transporte de los alimentos, comparando así las emisiones de
frutas o verduras nacionales, con las que vienen del extranjero. Por ejemplo,
los kg de CO2e emitidos por el transporte de un kiwi desde Nueva
Zelanda hasta España; 4.441 kgCO2e, si el transporte se hace en
avión.

Origen
|
Destino
|
Distancia (km)
|
Kg CO2e totales
|
g CO2e por kg de tomate
|
||
Almería
|
Oviedo
|
1024
|
942,08
|
24
|
||
Llanera
|
Oviedo
|
12
|
11,04
|
0,3
|
Aunque está claro que no siempre será posible producir el
100% de los alimentos de manera local, debemos seguir fomentando la
concienciación y la producción más cercana, siempre que el producto, y el
clima, lo permitan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario